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PEDRO SALINAS




Nace en Madrid en 1891. Estudia  Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid.  Entre 1914 y 1917 fue lector de español en la Sorbona y entre 1922y 123 en  Cambridge. En 1918 gana  la Cátedra de Literatura de la Universidad de Sevilla, donde permaneció ocho años. Su influjo en los jóvenes poetas andaluces es importante, según recuerda Cernuda: “Quien acude a él halla siempre, por lo menos, una palabra cordial, un gesto, un estimulo”.

En 1926, de vuelta en Madrid, colabora con el Centro de Estudios Históricos, formado por un grupo de investigadores reunidos por Ramón Menéndez Pidal.

En 1932 fundó la revista “Índice Literario”, cuya finalidad era informar a los hispanistas de las novedades literarias españolas. Fue secretario de la Universidad Internacional de Santander, inaugurada en 1933, hasta 1936, fecha en la que, exiliado por la guerra, marcha a América como profesor visitante al Wellesley College, en Puerto Rico y en la John Hopkins University de Baltimore.

Ya no volverá a España, pero este período será fecundo en conferencias, trabajos y libros. Recorre múltiples universidades americanas; imparte clases en Baltimore y en la Universidad de Puerto Rico entre los años 1943-1946. Murió en Boston en 1951 y está enterrado en San Juan de Puerto Rico.

Sobre su personalidad dirá Marichal: “Yo diría que Pedro Salinas era un hombre a la vez abierto y tímido, extraordinariamente expansivo y, sin embargo, cerradamente pudoroso”.


Obra poética 

Aunque su obra crítica es importante, la verdad es que no tiene parangón con su creación poética, por ello nos vamos a dedicar, sobre todo, a esta última.

Gerardo Diego, en su Antología, define su obra como auténtica, bella e ingeniosa.

En ocasiones se le ha tachado de poeta intelectual; sin embargo, la vida, el mundo que le rodea, es la base de sus escritos, si bien no se puede olvidar que la realidad sufre un proceso de idealización. La inteligencia viene después de una percepción sensorial y se apoya en el  sentimiento.

Además, Salinas, como protagonista concreto, con una situación espacio temporal definida, nos va a permitir seguir sus transformaciones en sus obras.

En su poesía se dan vanguardia y tradición entrelazadas. Su búsqueda de la esencialidad hace creer a los lectores que es un poeta sencillo (si nos atenemos al léxico no rebuscado), pero complejo al querer expresar la profunda complejidad de la realidad.  

El tema central en su poesía es el del amor. Salinas es, como Garcilaso en el siglo XVI, Bécquer en el XIX o Aleixandre en el XX, uno de los grandes poetas amorosos de la literatura española. Salinas trata el tema de modo conceptual: Razón de amor que canta «el dulce cuerpo pensado» de la amada. Se ha dicho que ésta es una «lírica del vocativo» (Julián Marías). El poeta no sólo canta a la amada, sino para ella y por ella: La voz a ti debida. Mas, ese tú, a la vez que plenamente personal, es, antes que el correlato del yo, la creación de éste, su conciencia o concepto, el necesario término relativo de la actividad mental del amante, como señala muy bien Spitzer. Poesía, pues, del tú, pero también; y sobre todo, del yo: idealismo y relativismo poéticos, visión subjetiva de las cosas en mi, en el sujeto pensante. Ese tú es un tú real, de carne y hueso, de cuerpo y alma; pero su realidad física nos escapa, porque queda abstraída en la pura señal del pronombre:

Para vivir no quiero

islas palacios, torres.

¡Qué alegría más alta:

vivir en los pronombres!


    La realidad material, el universo en torno, visto siempre en función de la amada, iluminado por el amor, pierde sus atributos contingentes, es sometido a una desrealización irónica, a la manipulación ingeniosa de un conceptismo que gusta de la contradicción, del contraste entre el sí y el no, del juego de las oposiciones: Seguro azar. Lo que el poeta persigue, a través de lo concreto, de lo anecdótico, de la realidad cotidiana, no es ella misma, sino otra «más alta», una «trasrealidad» simbólica. De ahí el frecuente uso de negaciones y de precisiones de matiz: La lírica de Salinas es una psicología del amor que en su riqueza, en su finura de análisis recuerda a Proust, y que culmina en una metafísica poética. En esta obra hay, como reza uno de sus títulos, Fábula y signo. Signo, porque la anécdota se articula en un coherente y significativo sistema. Fábula, porque esta  poesía dice y habla con contención emotiva, sí, pero con efusiva fluidez. El rasgo externo de esta jubilosa, amorosa influencia es la sucesión de versos, libres de la construcción estrófica, de la rigidez del metro y la rima, versos generalmente de arte menor, asonantes o blancos, que dan a esta poesía inconfundible flexibilidad.



Etapas  de su obra
Todos los críticos hablan de tres etapas en su obra.

1.     Primera etapa: Presagios (1923); Seguro azar (1929); Fábula y Signo (1931)
Para Marichal es un período de tanteo y búsqueda de expresión propia. Otros críticos la definen como período de poesía pura y vanguardia. En sus poemas se pueden rastrear “los felices años veinte”, esa vida desenfadada, joven, alegre, que corresponderá al período de vanguardias: futurismo, creacionismo, en definitiva, ultraísmo (con sus máquinas, coches, telegramas, bombillas, películas, teléfonos o máquinas de escribir), todo lo que Cernuda vería como un intento para evitar lo humano a través de ingeniosidades verdades, paradojas, juegos de palabras, frente a los que Salinas se muestra irónico y serio.

Sus poemas se caracterizan por depurados contenidos, sencillez expresiva, aunque a veces se pueda rastrear el influjo gongorino, y otras el tono ingenioso e intelectual. Sin embargo, no se olvida de acercarse a lo humano, el amor, la contemplación del mundo...

Hay que hablar de un diálogo creador entre el yo lírico y el tú de las cosas, representante del mundo que circunda. Siente predilección por los metros cortos, sin rima o asonantados. Le interesa más el concepto que la forma, por ello buscará una forma fácil, con lenguaje sencillo.  

Presagios (1923).- muestra alguna influencia de Juan Ramón Jiménez y alguna huella de Unamuno y Antonio Machado.

Seguro Azar (1929) y Fábula y signo (1931).-  en ellos se acentúan los rasgos más personales que iban a caracterizar su poesía: un lirismo intelectual de una sutileza e ingravidez poco frecuentes en la poesía española, que culminan en el libro que la crítica ha considerado su obra maestra, La voz a ti debida.

2.   Segunda etapa: La voz a ti debida (1933); Razón de Amor (1936); Largo lamento (1938)
El tema principal es el amor, como se muestra en estos libros:

La voz a ti debida (1934).- debe su título a un endecasílabo de la Égloga III de Garcilaso; está considerado como un poema unitario, donde pueden rastrearse variaciones sobre el tema amoroso.

     Es una historia vivida desde la pasión primera hasta la ruptura, pasando por una unión plena y absoluta con la amada, sin que nombre nunca ni a la amante ni a la amada, que aparecen de forma anónima, desprovistos de datos personales; por ello los nombres quedan sustituidos por los apasionados pronombres yo y tú, aunque dejan traslucir la dificultad de comunicarse y el adiós a los amantes.

Para Guillén detrás del tú hay una mujer real de carne y hueso, no una ficción; sin embargo, otros críticos aluden a que el tú es la conciencia del autor; otros, Crispín, ven la obra como un símbolo de la creación y pérdida del edén amoroso.  

Según algunos críticos, esta obra es la primera de una trilogía que seguirá con Razón de amor y Largo lamento.


Razón de Amor  (1936).- debe su nombre a un poema medieval. Trata de la despedida, el fin propio de un apasionado amor, cuando la comunicación se complica y llega a ser imposible; sólo queda la ruptura, que en Largo lamento se transforma en melancolía y dolor ante la conciencia de que no se va a repetir el encuentro.

Los contenidos siguen predominando sobre la expresión, con escasa retórica, los versos cortos y de rima asonantada o inexistente.

Largo lamento (1938).-  compuesto antes de 1938, algunos poemas de este libro se habían publicado en 1957 con el título: Volverse sombra y otros poemas, si bien la edición definitiva aparece incorporada en sus Poesías completas de 1971,  que preparó su hija Soledad Salinas. Debe su nombre a la rima XV de Bécquer. Es un libro de amor, pero en él, a diferencia que en los dos anteriores, la dicha del amor ha sido desalojada por la desolación de un amor que agoniza y muere, que es ya sólo amargo recuerdo, dolorosa elegía.

El amor es el tema central de la poesía de Salinas, pero no un amor en abstracto, sino el amor concreto, cotidiano, situado en una realidad temporal que incorpora a la aventura amorosa, vivida como sorpresa incesante, el mundo mecánico que rodea o que utilizan los amantes: el teléfono, el automóvil, el cine, la electricidad, los anuncios luminosos, etc. Salinas canta a la amada como un ser capaz de transfigurar los objetos de su ámbito cotidiano, de reinventar el mundo y sus maravillas. Como en la poesía de Guillén, la vida es de nuevo, gracias a la amada, fábula y prodigio.

 La amada, criatura mágica, presta un nuevo fulgor a las cosas más vulgares y cotidianas, "La vida es lo que tú tocas" dice Salinas en el primer poema de La voz a ti debida. Hay, pues, cierta idealización de la amada en esos libros, pero esa idealización es compatible con sentir a la amada como una criatura real, cercana al poeta, quien dialoga con ella en su intimidad diaria. Salinas logra acentuar ese cotidiano diálogo con la amada acudiendo al uso frecuente del pronombre de segunda persona. Ese "tú" de los versos de Salinas es la amada concreta, la amada esencial de cada día. 

La poesía amorosa de Salinas encuentra su mejor cauce en una forma fluida y continua, que apoya su ritmo en el heptasílabo libre como verso dominante, y que no se somete a ningún rigor formal.

3.  Tercera etapa: El contemplado; Todo más claro; Confianza.
Es un periodo en el que el estilo del poeta se transforma. Son escritos del exilio.  

Tras la guerra, Salinas deja la temática amorosa y se centra en el mundo nuevo, sin añoranza del pasado, pero imbuido de la nostalgia que embargó a todos los exiliados; ahora se siente solidario con las angustias del hombre o los valores siempre vigentes.  

A partir de los años del de exilio, que pasa en Estados Unidos y en Puerto Rico, la poesía de Salinas se hace más inquieta y preocupada, y su temática se ensombrece con motivos dramáticos, como la bomba atómica, tema de su extenso poema "Cero", incluido en su libro Todo más claro (1949).

De la obra escrita en América, dos libros fueron publicados muerto ya Salinas: Confianza, que vio la luz en 1955, y Largo lamento, que escrito o terminado en 1938, se incluyó en la edición de Poesía completas publicada por el editor Barral en 1971, con un prólogo de Jorge Guillén.

Esta etapa consta de tres libros:

El contemplado (1946, publicado en México). Es una obra breve que el autor subtitula Tema con variaciones. Hace referencia al mar de Puerto Rico, contemplado por sus ojos y alma. El mar es el paraíso, primero al alcance del poeta, luego al de todos los humanos. Nominar es poseer lo designado.  

La mirada del poeta se hace metafísica, ética, mística. Salinas está cerca de San Juan de la Cruz.

   Todo más claro (aparece en Buenos Aires en 1.949).  Reúne poemas escritos entre 1937 y 1947.Todo mas claro es un libro amargo, donde la sociedad de consumo, ensalzada en su primera etapa, se ve como algo trágico ante la aniquilación que puede sufrir la humanidad por los objetos que produce. Es un texto más realista y en él propone a la poesía como organizadora de este mundo caótico, deshumanizado.

Confianza (libro póstumo publicado en Madrid en 1955, aunque recoge la poesía de 1942-1944). Es un libro negativo, de desaliento, si bien hay una actitud esperanzada, de contemplación del mundo. La obra expresa bien lo que el poeta no perdió nunca pese a las amenazas que veía surgir por doquier: el amor a la vida, la esperanzana y la confianza en ella. No parecía presentir el autor que le quedaban muy pocos años de esa vida a la que se aferraba con amor. Estos poemas de esperanzana cierran una obra poética en la que son rasgos dominantes la sutileza intelectual, la fluidez de la forma poemática, el sentido espiritual que recrean el mundo para vivificarlo, e iluminan a la amada y a las cosas que la rodean. 

Siendo de gran calidad su obra poética, no lo es menos la obra en prosa de Salinas, que abordó con la misma fortuna varios géneros: teatro, narrativa, ensayo, crítica literaria. 

Como autor dramático cultivó un teatro menor, 12 piezas, en un acto la mayoría, en donde mezcla elementos costumbristas y populares con otros de fantasía, como ejemplo en La fuente del arcángel, La cabeza de Medusa, Ella y sus fuentes, La estratosfera -en la que hay alguna huella del teatro de Arniches-, La isla del tesoro y otras. escribió también dos obras de teatro: Judit y el Tirano y El director.

Como narrador, aparte de un intento inicial,  Vísperas del gozo (1926), en la línea de la novela intelectual y poética de los años veinte, Salinas publicó ya en el exilio dos obras: un libro de relatos,  El desnudo impecable y otras narraciones (1951); y una novela,  La bomba increíble de 1950, narración fantástica en que aborda como en el poema "Cero", el tema de la bomba atómica.

Poseía grandes dotes como crítico literario, claridad de estilo, profunda comprensión y penetración de la obra literaria y ello se muestra en sus más importantes obras de teoría y crítica literaria son: Reality and the poet in Spanish Poetry, Literatura española. Siglo XX (1949), La poesía de Rubén Darío (1948), Jorge Manrique o tradición y originalidad (1947).

 También es admirable su labor como ensayista: El defensor (1948), Ensayos de literatura hispánica (1958), La responsabilidad del escritor (1961).

 Se le deben asimismo ediciones de Meléndez Valdés y San Juan de la Cruz, una versión en romance moderno del Poema del Cid y traducciones de Musset, Mérimée y Proust.





POEMAS DE PEDRO SALINAS

         
El alma tenías

tan clara y abierta,

que yo nunca pude

entrarme en tu alma.

Busqué los atajos

angostos, los pasos

altos y difíciles...

A tu alma se iba

por caminos anchos.

Preparé alta escala

-soñaba altos muros-

guardándote el alma-

pero el alma tuya

estaba sin guarda

de tapial ni cerca.

Te busqué la puerta

estrecha del alma,

pero no tenía

de franca que era,

entradas tu alma.

¿En dónde empezaba?

¿Acababa, en dónde?

Me quedé por siempre

sentado en las vagas

lindes de tu alma.

                   (De Presagios.)

Fe mía

No me fío de la rosa

de papel,

¡tantas veces que la hice

yo con mis manos!

Ni me fío de la otra

rosa verdadera,

hija del sol y sazón,

la prometida del viento.

De ti, que nunca te hice,

de ti, que nunca te hicieron,

de ti me fío, redondo

seguro azar.

                   (de Seguro Azar)

Underwood girls.

Quietas dormidas están,

las treinta redondas blancas.

Entre todas

sostienen el mundo.

Míralas aquí en su sueño,

como nubes,

redondas, blancas y dentro

destinos de trueno y rayo,

destinos de lluvia lenta,

de nieve, de viento, signos.

Despiértalas,

con contactos saltarines

de dedos rápidos, leves,

como músicas antiguas.

Ellas suenan otra música:

fantasías de metal

valses duros, al dictado,

Que se alcen desde siglos

todas iguales, distintas

como las olas del mar

y una gran alma secreta.

que se crean que es la carta,

la fórmula como siempre.

Tú alócate

bien los dedos, y las

raptas y las lanzas,

a las treinta, eternas ninfas

contra el gran mundo vacío,

blanco en blanco.

Por fin a la añoranza pura,

sin palabras sin sentido,

ese, zeda, jota, i...

              (de Fábula y signo)

 

            

Para vivir no quiero

islas, palacios, torres.

¡Qué alegría más alta:

vivir en los pronombres!

 

Quítate ya los trajes,

las señas, los retratos;

yo no te quiero así,

disfrazada de otra,

hija siempre de algo.

Te quiero pura, libre,

irreductible: tú.

Sé que cuando te llame

entre todas las gentes

del mundo,

sólo tú serás tú.

 

Y cuando me preguntes

quién es el que te llama,

el que te quiere suya,

enterraré los nombres,

los rótulos, la historia.

Iré rompiendo todo

lo que encima me echaron

desde antes de nacer.

 

Y vuelvo ya al anónimo

eterno del desnudo,

de la piedra, del mundo,

te diré:

"Yo te quiero, soy yo."

         (de La voz a ti debida)

     

            

Mundo de los prometido

Agua.

todo es posible en el agua.

Apoyado en la baranda,

el mundo que está detrás

en el agua se me aclara,

y lo busco

en el agua, con los ojos,

con el alma, por el agua.

La montaña, cuerpo en rosa

desnuda, dura de siglos,

se me enternece en lo verde

líquido, rompe cadenas,

se escapa,

dejando atrás su esqueleto,

ella fluyente, en el agua.

Los troncos rectos del árbol

entregan

su rectitud, ya cansada,

a las curvas tentaciones

de su reflejo en las ondas.

Y a las ramas, en enero,

-rebrillos de sol y espuma-,

les hacen hojas de agua.

Porque en el alma del río

no hay inviernos:

de su fondo le florecen

cada mañana, a la orilla

tiernas primaveras blandas.

Los vastos fondos del tiempo,

de las distancias, se alisan

y se olvidan de su drama:

separar.

Todo se junta y se aplana.

El cielo más alto vive

confundido con la yerba,

como en el amor remoto

mira en el agua, a su alcance,

imagen, voz, fabulosas

presencias de lo que ama.

Las órdenes terrenales

su filo embotan en ondas,

se olvidan de que nos mandan;

podemos, libres querer

lo querido, por el agua.

Oscilan los imposibles,

tan trémulos como cañas

en la orilla, y a la rosa

y a la vida se le pierden

espinas que se clavaban.

De recta que va, de alegre,

el agua hacia su destino,

el terror de lo futuro

en su ejemplo se desarma:

si ella llega, llegaremos,

ella, nosotros, los dos,

al gran término del ansia.

Lo difícil en la tierra,

por la tierra,

triunfa gozoso en el agua.

Y mientras se están negando

-no constante, terrenal-

besos, auroras, mañanas,

aquí sobre el suelo firme,

el río seguro canta

los imposibles posibles,

de onda en onda, las promesas

de las dichas desatadas.

Todo lo niega la tierra,

pero todo se me da

en el agua, por el agua.

              ( De Razón de amor.)

 

El contemplado

De mirarte tanto y tanto,

del horizonte a la arena,

despacio,

del caracol al celaje,

brillo a brillo, pasmo a pasmo,

te he dado nombre: los ojos

te lo encontraron, mirándote.

Por las noches,

soñando que te miraba,

al abrigo de los párpados

maduró, sin yo saberlo,

este nombre tan redondo

que hoy me descendió a los labios.

Y lo dicen asombrados

de la tarde que lo dicen.

¡Si era fatal el llamártelo!

¡Si antes de la voz, ya estaba

en el silencio tan claro!

¡Si tú has sido para mí,

desde el día

que mis ojos te estrenaron,

el Contemplado, el constante

Contemplado!

              (De El Contemplado.)

El poema
" Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él, el mundo,
la rosa, la piedra, el pájaro,
aquellos , los del principio,
de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían,
y aún se podía aclararlos!
Están mejor; una luz
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que las de mayo.
Si allí estaban, ahora aquí;
a más transparencia alzados.
¡Qué naturales parecen,
qué sencillo el gran milagro!
En esta luz del poema,
todo,
desde el más nocturno beso
al cenital esplendor,
todo está mucho más claro. "
                  (De Todo más claro y otros poemas)


La voz a ti debida (I)
" Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo. "

 

              11

         El pájaro.

¿El pájaro? ¿Los pájaros?

¿Hay sólo un solo pájaro en el mundo

que vuela con mil alas, y que canta

con incontables trinos, siempre solo?

¿Son tierra y cielo espejos? ¿Es el aire

espejo del aire, y el gran pájaro

   único se multiplica

su soledad en apariencias miles?

(¿Y por eso

le llamamos, los pájaros?)

¿O quizá no hay un pájaro?

¿Y son ellos,

fatal plural inmenso, como el mar,

bandada innúmera, oleaje de alas,

donde la vista busca y quiere el alma

distinguir la verdad del solo pájaro,

   de su esencia sin fin, del uno hermoso?

                       ( De Confianza)

 

Afán para no separarme de ti
" Afán para no separarme de ti,
por tu belleza, lucha por no quedar en dónde quieres tú,
aquí en los alfabetos, en las auroras, en los labios.
Ansia de irse dejando atrás anécdotas, vestidos, caricias,
de llegar atravesando todo lo que en ti cambia,
a lo desnudo y a lo perdurable.
Y mientras siguen dando vueltas y vueltas, entregándose,
engañándose, tus rostros, tus caprichos y tus besos,
tus delicias volubles, tus contactos rápidos con el mundo,
haber llegado yo al centro puro, inmóvil, de ti misma,
y verte cómo cambias, y lo llamas vivir,
en todo, en todo si, menos en mí, dónde te sobrevives."

 

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